sábado, 2 de enero de 2010

Carmen Durán Carrasco

Leyendo en la Escuela

En la biblioteca lloro

con un libro entre las manos

en tan grandes desamparos

he cantado yo a coro

ésas páginas devoro

su tristeza me conmueve

es su hija la que muere

esta pena es muy re vieja

el amor que se te aleja

y el abrazo que no puede.

Que no puede terminar

de abrazar lo bien amado

en el pecho es un helado

hueco sin determinar

sin principio ni final

te corroe las entrañas

por adentro unas arañas

te recuerdan tu dolida

permanente, fiel herida

ésa con la que no engañas.

Que no engaño más a nadie

ni m’engaño yo a mí misma

he perdido ya el carisma

no me pidas que me calle

en la oscura bocacalle

en que cruzas mi camino

yo no creo en el destino

esta muerte me convierte

en la pájara inminente

d’este bravo desatino.


Desatino bien fatal

es la página q’escribo

alimento así yo al vivo

fantasgórico mortal

que me toca a mí letal

en el centro jubiloso

que alimenta el amoroso

caudaloso invernadero

con un golpe bien certero

pierdomé en lo pavoroso.

Lloro lágrimas de hija

lloro lágrimas de madre

por si acaso yo defraude

hago pronta mi valija

giro presta mi sortija

sortilegio que me lleve

por un viaje algo más leve

hoy no quiero empantanarme

más bien quiero refrescarme

con deseo que se atreve.

Es curioso cómo un libro

deflagrando va mis sones

aunque sean otros dones

de la pena no me libro

aunque apenas yo calibro

los sentidos d’este cuento

en mis células yo aviento

emociones encontradas

¿las viví como si nada?

hoy de mucho me arrepiento.


Me arrepiento y me censuro

del abrazo intermitente

si confío yo en la gente

¿viene de dónde este apuro?

no lo sé, yo te aseguro

hoy me siento confundida

entre páginas perdida

casi sin poder leer

pues no puedo yo bien ver

por las lágrimas vertidas.

Pasa el tiempo fuera mío

soy yo una con el texto

tengo yo muy buen pretexto

pa nadar con desvarío

muy segura cruzo el río

del papel y de la tinta

de tristeza voy encinta

la leyenda me lo exige

mi lectura no corrige

la primera ni la quinta.

No levanto la cabeza

me zambullo en el relato

así pasa pronto el rato

soy del tronco la corteza

los niños bajo la mesa

me recuerdan del recreo

yo los miro, más no veo

sino lazos furibundos

los amantes d’este mundo

en frugales devaneos.


Seria la bibliotecaria

miramé tras sus anteojos

ante sí están mis despojos

mi pesar y mi urticaria

he encontrado la gregaria

sed de amor y por un rato

lloro por el campeonato

este libro me desviste

me remueve y si persiste

maullaré yo como un gato.

Pero luego suena el timbre

vuelve el libro a su anaquel

he dejado yo que aquel

historial a mí me cimbre

tejo mi latir con mimbre

presurosa al patio voy

donde bailaremos hoy

con las niñas y los niños

con amor haremos piños

es la música que doy.

Así olvido unos instantes

aquel viaje de lectura

por la piedra y la ternura

que me lleva en las constantes

percepciones que in fraganti

descascaran la reseca

superficie algo culeca

esperanza ensoñación

cuando llena d’emoción

lloro en la biblioteca.



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